jueves, 2 de diciembre de 2010

Y fuera llueve

Te marchaste hace mucho tiempo, abandonaste la casa y fuera llueve. Nos dejaste huérfanos de caricias, de mimos y cuidados.

Deambulo por la casa como un lobo encerrado, a punto de rugir, de morder la mano que da de comer. Ya casi separo los labios para dar el mayor grito que ha escuchado esta ciudad.

En ese momento, llegado de los confines del recuerdo, aparece. Lo veo ondulado y recogido en un punto imposible, limpiado innumerables veces. Tal vez ha caído del pijama, ¿lo transportaba por toda la casa?, o tal vez lo ha puesto un ser celestial.

Lo importante es que me calma, dejo de ser un lobo solitario. Recuerdo el mundo, aquel mundo que creamos juntos.

Un universo que se comprime y estira convirtiéndose en un pelo ondulado, intenso y cobrizo.

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