domingo, 28 de septiembre de 2008

Una profesión en decadencia

Hace unos días, en un curso, una mujer se quedó en blanco. Se le secaron las palabras. Diccionario en mano otra completó la frase "... los periodistas".
"Sí, eso los paparazzi" comentó sonrojada.
En mi minúscula silla la visión de periodista igual a paparazzi me escandalizó y, conducido por el aburrimiento, pensé en el desliz de la señora. Le di vueltas durante las dos horas y cuarto siguientes; el cursillo era un bodrio.
Es cierto que la objetividad no existe, el periodista, como ser humano, se posiciona según su opinión o la de su jefe. Díganle prostitución o ganas de comer; el hecho es que sucede. Sólo hay que ver la misma noticia en diferentes periódicos. No la lean, fíjense en la fotografía y el titular, hablan solos.
El tiempo pasaba, tenía el culo plano pero ya no lo notaba, mis nalgas habían firmado un pacto con la madera. Creo recordar que el orador discutía, encubierto detrás un portátil, sobre la conveniencia de dar las clases de pie. Ironías de los "sabios".
Nos quedaba una hora.
Con la pierna derecha dormida y un bostezo en la garganta repasé los telediarios de la mañana. En una cadena anunciaron la vuelta de la serie de moda, en otra que podría ver el partido del sábado, en la siguiente un cuadrito a la derecha, sobre el logotipo, remarcaba la exclusiva al famosillo de moda... Todo ello aderezado con notícias en que prima el morbo y espectáculo a la información.
Luego, sin avisar, a tración y por la espalda, me llegaron los ecos de los paparazzi enarbolando SU investigación, SUS fuentes y SU título en periodismo para convencerme que la señora tenía razón.

jueves, 25 de septiembre de 2008

Por quién doblan las campanas, Ernest Hemingway

La maestría de Hemingway en estado puro, el talento para describir las situaciones tras el frente, los amores, pasiones y encantos de la España en guerra, esto y mucho más es "Por quién doblan las campanas" una de las mejores novelas del este nobel de literatura.
La historia nos cuenta lo sucedido en los tres días previos a la voladura de un puente durante la guerra civil española. A través de Robert Jordan, dinamitero encargado de volar el puente, descubriremos la vida en esa época tan dura, el flechazo con María y los horrores cometidos por ambas partes.
La acción sucede en los montes, entre pinos y agujas. Con una cueva como morada y milicianos enfrentados. Los personajes están muy bien caracterizados, aunque en algunos puntos Hemingway dota de excesivos conocimientos a Jordan. Si me tuviera que quedar con uno de ellos me decantaría por Anselmo, apodado el viejo, por ser el más entrañable.
Lectura muy recomendable, en especial para los interesados en conocer la historia reciente de España.

domingo, 21 de septiembre de 2008

Una canción

Dice la canción: "Todo esto es por ti, eres Sol y Luna, eres la estrella que guía. Todo esto es para ti, para nosotros, pues somos uno."
El compositor dirige las palabras a una persona modelo en concreto, sólo una. La que ocupa su corazón, la que tienen sentimientos únicos. Y el cantante lo mismo; sin embargo miles de parejas piensan que se refiere a ellas. Que su amor es el único capaz de sentir lo que expresa el cantante, sólo ellos. El único sentimiento es el mutuo. Miles de parejas lo piensan al unísono. Pero quizás no son los únicos que lo sienten, ¿cómo expresar un sentimiento único?
¿O quizás la canción sí que es única? Pues cada pareja la interpreta a su manera, a su forma de ser, con sus experiencias pasadas; cada una con el lenguaje de su propio amor. Así la canción se convierte en parte de la intimidad, en parte de la relación, se entrelaza con los sentimientos y forma para siempre parte del amor.

domingo, 14 de septiembre de 2008

La muerte de la campana

Era una mañana calurosa de agosto, primer domingo de mes y, por fin, estaba de vacaciones. Nada de madrugar, nada de informes, nada de metros... sólo la playa en el piso nuevo. Habían llegado el jueves y el viernes desempaquetaron las cosas (todavía no sabía cómo cupieron tantas en el coche). El sábado todavía estaban poniendo cosas en su sitio.
¡Pero al fin era domingo! El primer domingo de otros tres en que se podría levantar tarde.
En la oscuridad palpó el lado derecho del colchón, su mujer continuaba acostada. Eran las siete de la mañana, la hora de la oficina. Ildefonso abrió un momento los ojos feliz por no tener que levantarse; llevaba todo el año esperando ese primer domingo.
- Jódete, cabrón - lo pronunció en un murmuro, como un suspiro del alma.
Ildefonso se volvió a dormir sonriendo al pensar en su jefe; al pensar en ese maldito cerdo sudado entre montones de papeles.
Ding, ding, ding
¿Qué coño era eso? ¿Un maldito despertador? ¿Qué clase de capullo ponía un puto despertador en vacaciones?
De nuevo abrió los ojos. Ding, ding, ding. Venía de fuera del bloque. Aún dormido Ildefonso abrió la ventana; aunque tardó un par de minutos, todavía no dominaba el mecanismo. Tras su bloque se erguía una ermita, de las pequeñas. De las que hacen la misa fuera por falta de espacio.
El metal seguía aullando en su llamada a misa. Furioso se preguntó cómo cojones podía hacer tanto ruido una campana de un palmo. Se vistió refunfuñando y se fue a desayunar.
Se sentía furioso, le habían fastidiado el primer domingo de vacaciones pero no permitiría que la semana siguiente pasara lo mismo. El lunes le oirían en el ayuntamiento. Tomó el café de pie, costumbre de la oficina. Según la nota de la nevera su mujer, Amparo, había ido a la clase de Pilates. "Bueno, como mínimo es gratis" se dijo.
Debajo de la nota agregó: comprar leche y café. Irían el lunes a mediodía, después de poner la reclamación en el ayuntamiento. Hacía un par de semanas que habían abierto un supermercado y, según se rumoreaba, las tiendecitas heredadas de padres a hijos ya notaban la competencia. Bien, que se jodan los paletos, pensó Ildefonso.
Al domingo siguiente Ildefonso, durmió hasta tarde con una sonrisa, la campana estaba muda.



Epílogo

A los dos años Ildefonso había mal vendido el piso incapaz de pagarlo y estaba deseoso de encontrar un nuevo cabrón; recorte de presupuesto en la empresa, le dijeron. En ese tiempo el pueblo se había transformado, era algo frío e impersonal con montañas de cemento vacías en lugar de paisaje verde.
La mitad de los establecimientos familiares habían desaparecido, los jóvenes se marchaban a las ciudades y el ayuntamiento no recogía dinero.
Lo único que no cambió fue la campanilla, muda a las nueve.

jueves, 4 de septiembre de 2008

El guardián entre el centeno, J. D. Salinger

Una de las obras con más calado y polémica en Estados Unidos. Está, desde hace muchos años, en las primeras posiciones de venta en ese país.
La novela cuenta un par de días de Navidad de Holden Caulfield, comenzando por su expulsión del colegio. Holden es un niño depresivo, de los que lo odian todo, mal hablado, solitario y resentido.
Tras leerla me pregunté qué tiene de revolucionario para considerarse una de las obras cumbre del siglo XX. La explicación está en el propio carácter de Holden.
En el año de publicación (1951) chocaron las palabrotas y alusiones a drogas y sexo de un niño bien (rico) de Nueva York. Las numerosas ventas vinieron como consecuencia de las críticas y el escandalo. Algo parecido a "El código Da Vinci"; prohibe su lectura y será el más deseado.
En la actualidad los colegios siguen mandando su lectura obligatoria, lo que explica su posición entre los más vendidos.
Libro interesante por su fácil lectura, aunque no muy duro ni novedoso en los tiempos que corren.