viernes, 14 de agosto de 2009

Dios emperador de Dune, Frank Herbert

Esta cuarta entrega de Dune sufre de éxito. Me explicaré, las tres primeras partes tuvieron tal éxito que el autor se dejó tentar por una suculenta motivación económica. Así surgió el cuarto libro de Dune, sólo que ya no es Dune: no hay desiertos, no hay aventuras y el libro, en muchas partes, se hace aburrido y lento.
Las primeras hojas son interesantes, describen la nueva situación del planeta y la vida de los descendientes. Luego la sensación es que el Frank Herbert quería incrustar demasiados pensamientos, demasiadas reflexiones difíciles de digerir, nada entretenidas y aburridas. ¡Así durante las 560 hojas del libro!
Quizás la sensación venga de una sobreexposición a Dune tras leerme los anteriores.
Recomendable para los fanáticos de las tres primeras partes (las originales y previstas).

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