viernes, 4 de septiembre de 2009

Troncos

Corría despacio, saboreando el aire, casi deleitándose en cada molécula que su larga nariz absorbía con delicia. El olfato convertido en gusto. Pero los pensamientos también corrían, sus neuronas no se extenuaban.
Nariz, boca y vuelta a empezar.
El pensamiento lo entretuvo un instante. Un momento hasta que se volvió mecánico el respirar.
Los árboles del parque pasaban como centelleantes suspiros: "Manuel y Victoria" "Ángela y María" Surcos en un tronco herido.
No había tiempo para leer. Las heridas del alma volvían, el amor herido casi galopaba.
Más rápido, más rápido.
Un pensamiento fugaz como el respirar. Adelantó a una pareja de enamorados tomados de la mano, más rápido, más rápido.
El aire ya no tenía textura, sus pulmones se llenaban y vaciaban. Nada más importaba. Los pensamientos se quedaban atrás, lejos, puntos en una i del infinito, meras siluetas verdes y los enamorados... oh, los enamorados eran pasado y futuro pero no presente.

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